LOS ENCAJES DE LA VIRGEN

LOS ENCAJES DE LA VIRGEN

0080De todos es sabido que los rostrillos o tocados de las imágenes dolorosas de la Santísima Virgen se realizan fundamentalmente con encajes, aunque también se utilicen en ocasiones otros tejidos menos vaporosos y delicados.

La Santísima Virgen de los Dolores posee una valiosa colección de encajes antiguos que han sido donados por sus devotos y que constituyen un preciado tesoro de incalculable valor, no sólo por su calidad y riqueza, sino porque la artesanía del encaje hecho a mano ha desaparecido casi por completo, y las piezas que quedan son auténticas reliquias. En el ajuar de Nuestra Señora se cuentan cuatro encajes de Alençon, tres de aplicación de Bruselas, uno de punto “duquesa”, uno veneciano y dos de encaje de malta, sin contar dos pañuelos de Alençon y dos de aplicación de Bruselas y tres puños o bocamangas con los mismos puntos.

0081El origen histórico del encaje se fija por lo general a mediados del siglo XVI y se supone que nació en Venecia, aunque si entendemos por encaje cualquier tejido transparente y bordado, hay que remontarse a las antiguas civilizaciones de Oriente para encontrar sus primeros vestigios. En España ya se ejercitaban las labores de encaje de aguja y al bolillo medio siglo antes en varias poblaciones y con seguridad procedían de los conventos de monjas.

El encaje propiamente dicho se diferencia del bordado sobre malla o sobre cualquier tela muy transparente en que no exige un tejido previo, como lo requiere el bordado. Se llama encaje porque al principio, se solía hacer entre los bordes de dos tiras paralelas de lienzo, como si fuera una labor encajada entre ellas, y se denominaba asimismo randa, del alemán rand (borde u orilla) porque suele bordear a otra pieza. Por esta misma causa, y por terminar en picos o dentellones, se conoce también con el nombre de puntas o puntilla (en francés, dentelles) aunque este nombre se aplica en España sólo a los encajes pequeños y dentellados.

0082Según su origen y la técnica empleada, los encajes reciben diversos nombres. El punto de Venecia fue el primero conocido en los mercados de Europa y el que más influencia tuvo en sus talleres. El punto de Malinas (punto de Flandes) se distingue por sus mallas de orificios redondos o hexagonales y por sus flores y hojas naturales que se bordean con un hilo más grueso pero sin relieves. También se fabricaba en Amberes y con hilo más grueso y peor malla en Arras y Lille.

0083El punto de Alençon o punto de Francia es considerado el “rey de los encajes” ; desde el siglo XVI, se trabajaban los encajes de aguja en diversas poblaciones de Francia pero desde 1665 prevalecieron los talleres de Alençon, imitando a Venecia. Se distingue de ésta en dar más precisión y naturalidad al dibujo. El punto Colbert, llamado así en memoria del ministro de Luis XIV, Juan B. Colbert que tanto favoreció estas industrias en Francia desde 1661, es un punto que tuvo gran desarrollo en Alençon y otras ciudades francesas. Se caracteriza por el menor relieve de sus dibujos.

El punto de Bruselas se caracteriza por la finura del hilo que procede de un lino especial y la tendencia a la naturalidad en las figuras y motivos vegetales. Se realiza en piezas, con las flores y de diseño realizados por separado; de aquí resulta el tejido llamado de aplicación, que se forma uniendo por medio de la aguja, a un fondo reticulado o a un lienzo las figuras hechas aparte (de encaje) y recortando luego la parte del fondo que corresponde a cada figura. El punto duquesa (Point Duchesse ) es el término para un encaje belga, que no tiene un réseau o tul de base; está hecho completamente en la almohada.

0084Los hilos preferidos para los encajes son siempre los de seda y lino por su finura y resistencia, y sólo para encajes o puntillas muy vulgares se hace uso del algodón o equivalente. Con ellos, se une a veces, algunos hilillos de plata u oro para realzar el dibujo. Se llama blonda al encaje de seda (del alemán blond, rubio), pues en los comienzos de su confección en Francia, solía tener color amarillo. Los encajes suelen elaborarse al bolillo o a la aguja, que es de labor más fina y costosa y suele presentar un mayor realce que el anterior. ambos pueden suplirse en parte por el ganchillo por cuyo medio se produce una labor más gruesa y menos artística. Pero todos, en fin, se reemplazan desde el siglo XIX por máquinas que imitan los encajes hechos a mano.