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Desde los orígenes de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los judíos. Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marías. Esos nudos fueron sustituidos por cuentas hechas de pétalos de rosa y de ahí el nombre de “rosario”.

Según la tradición, la Madre de Dios, en persona, enseñó a Santo Domingo de Guzmán a rezar el rosario en el año 1208. La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. El 22 de Diciembre de 1216, Santo Domingo recibe del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores (dominicos).

La festividad de la Virgen del Rosario fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. El 7 de octubre de 1571 se encontraron las flotas cristianas y musulmanas en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. En Roma, el Papa se hallaba recitando el rosario en tanto se había logrado la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de «Auxilio de los Cristianos». Más adelante, el Papa Gregorio III cambió la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.

En la Colegiata de Olivares, fundación de los Guzmanes, no podían faltar ni la imagen del Santo de la familia, Santo Domingo de Guzmán, que flanquea el camarín de la Virgen de las Nieves junto a San Nicolás de Bari en el retablo mayor, ni la imagen de Nª Sra. del Rosario, la devoción de Santo Domingo. Esta imagen preside la nave de la Epístola en un soberbio retablo de estípites del siglo XVIII. Se trata de una imagen de vestir, de mediados de esa centuria, de autor anónimo, cuya iconografía sigue la visión de San Juan en el Apocalipsis (“la mujer vestida de sol, media luna a los pies….). La Virgen está rodeada por una magnífica ráfaga de plata de la época, con contraste de la ciudad de Sevilla, y lleva corona, media luna y cetro del mismo autor. La Imagen fue sometida a una acertada restauración en 1998 en el estudio de MªJosé Parrado Ramírez, restauradora y conservadora de bienes patrimoniales, que resanó y consolidó la talla y reforzó los anclajes de la ráfaga de plata y la sujeción de la imagen del Niño Jesús.

De la misma época que la Imagen es el magnífico estandarte del Rosario de grandes dimensiones, bordado en terciopelo rojo con una pintura de la Santísima Virgen mostrando el rosario a Santo Domingo. Esta insignia se usaba en los numerosos rosarios públicos que se prodigaban en la época.

La Virgen del Rosario poseía el mejor ajuar de la Colegiata. Tenía dos sayas bordadas (la que lleva en la procesión y otra que en los años 70 fue “cedida” a la imagen de Nuestra Señora del Rocío de la parroquia). Esta última saya fue pasada a nuevo tejido, perdiendo gran parte de los espejuelos y abalorios de la época que le daban todo el carácter. La Virgen también tenía varios mantos de ricas telas brocadas tanto para la salida como para el camarín, pues se daba la circunstancia de que la Condesa-Duquesa de Olivares se llamaba Rosario (como hoy también ocurre) y enviaba las telas de los trajes de corte para el ajuar de la Virgen. Actualmente sólo queda el manto blanco, que usa en el besamanos de octubre, y el azul celeste, que también fue “cedido”, en este caso a la imagen de la Purísima por el párroco Don José Santiago Montiel, que era el encargado de vestirla. Sólo en los años 1977, 78 y 79 la Virgen volvió a lucir el manto celeste gracias a la “amabilidad” de sus actuales poseedoras, las Hijas de María. A raíz de la reanudación de la salida de la Virgen en 1977, se le confeccionó un nuevo manto de salida de color blanco y nuevas sayas y mantos de camarín.

Desde tiempos de la Colegial, la Virgen del Rosario sale el 5 de agosto, en “representación” de la Patrona, la Virgen de las Nieves, que, por sus características y sus dimensiones monumentales, no puede hacerlo. Esta salida se interrumpió desde principio de los años 60 hasta 1977, años en los que salía la imagen de la Virgen de las Nieves, que fue “adaptada” para poder ir en procesión. Esto causó un gran deterioro a la imagen, que perdió dedos de la mano, y sufrió destrozos en el vuelo del manto y en la peana de ángeles. Afortunadamente, en 1977 se recuperó la tradición anterior, a pesar de que la salida de una imagen “vicaria” es una circunstancia muy poco común, al menos en la diócesis hispalense.

La Virgen del Rosario salía en un paso del XVIII, con peana y candelabros de guardabrisas en madera tallada y dorada. La peana fue reutilizada como mesa de altar y los candelabros “desaparecieron”. Desde el año 1979 hasta el 2002, la Hermandad de Soledad cedía los candelabros del paso del Nazareno, que entonces no se utilizaban, para el paso de la Virgen, pero, tras su restauración, no volvieron a ponerse y ahora lleva diez candeleros del paso de palio. En cuanto a la peana, se ha venido utilizando como tal el cuerpo inferior de la antigua custodia dorada de la parroquia.

Actualmente se trabaja en la concepción de un paso único para la custodia de Corpus y para la Virgen del Rosario. El paso de la custodia tiene unos respiraderos en plata, aún sin terminar; así pues, se irá completando el paso con elementos de este metal.

Mención especial merece la cuadrilla de costaleros, que salió por primera vez en 1979, dirigida entonces por unos jovencísimos capataces, Antonio Jesús Rodríguez Pallares y Francisco Navarro Hernández, que iniciaron un grupo heterogéneo de jóvenes que se han ido formando en el oficio llevando las andas y que se ha ido renovando con los años.

Desde la recuperación de la salida procesional de la Virgen del Rosario el 5 de agosto, la Hermandad de Soledad comenzó a colaborar activamente en el montaje del paso. Durante los tres primeros años fue el recordado vestidor de la Santísima Virgen de los Dolores, Fernando García Fraile, el encargado de vestir a la Imagen. Posteriormente, el equipo de priostía de la Hermandad se hizo cargo del montaje completo del paso y del su exorno floral. El primer domingo de octubre, coincidiendo con el Rosario de la Aurora de la Hermandad, la Santísima Virgen del Rosario está expuesta en devoto besamanos y preside la misa posterior al rosario en el altar mayor de la parroquia.