Virgen de los Dolores,

atravesada y triste,

vuelve tus ojos cuajados de pena y

misericordia hacia nosotros,

que gemimos en este valle de

sangre, sudor y lágrimas.

Míranos entrañable,

recoge nuestras necesidades más íntimas,

preséntalas maternal a Jesús para que,

como en las Bodas de Caná,

cambie nuestro dolor en sonrisas,

nuestros vacíos en plenitud,

nuestras enfermedades en bienestar.

Por ahora y para siempre,

Madre de los Dolores,

cuanto más necesitado yo,

sé tú más Madre.