Según consta en la edición original de las primeras Reglas que datan del año 1712, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad fue fundada en ese mismo año por un grupo de hermanos de la Hermandad de la Santa Vera Cruz que declaran sus intenciones en un escrito que encabeza las mencionadas Reglas en el que solicitan al Abad Mayor de la Colegial de Olivares Dr. D. Francisco Rico Villarroel licencia para proceder a la fundación de una Hermandad, manifestando que «… para más bien servir a Dios Nuestro Señor y a la Virgen Santa María su Madre y Nuestra Señora, hemos determinado fundar una Hermandad de Penitencia con el título de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad, en memoria y contemplación de la Pasión y muerte de Jesucristo nuestro bien, en el Paso de Nazareno cuando lo llevaron por la calle de la Amargura con la cruz a cuestas, y los Dolores que Nuestra Señora la Virgen María pasó viendo a su precioso Hijo y asimismo los que pasó después en su Soledad…, siendo el fin y motivo de nuestra intención que el Viernes Santo por la mañana salgamos en procesión por la estación que acostumbra la Hermandad de la Santa Vera-Cruz con la imagen de Jesús Nazareno, la de la Virgen y del Evangelista San Juan, considerando su Soledad santísima…», para lo cual necesitan que se funde una Hermandad y solicitan el beneplácito del Sr. Abad a fin de poder llevar a cabo la mencionada fundación y redactar sus primeras Reglas.
Por su parte, la autoridad eclesiástica dio licencia para que se redactasen las Reglas fundacionales el dos de marzo de 1712 mediante un auto del Rvdmo. Abad Mayor ante el Notario Mayor eclesiástico de la Abadía de Olivares D. Cristóbal Navarrete.
El grupo de hermanos fundadores que firman la solicitud antes mencionada está constituido en primer lugar por un numeroso grupo de clérigos de la Iglesia Colegial, a la cual la Hermandad aparece desde un principio estrechamente vinculada, y entre los que figuran don José Ortega Montero, dignidad de Tesorero, don Miguel de la Parra y don Agustín Alcaide, Canónigos, don Bartolomé Moreno, don Juan Antonio de Herrera y don Miguel Francisco Dontello, racioneros, junto con don Juan de la Fuente Muñiz y don Cristóbal Navarro, presbíteros y capellanes de dicha Iglesia. Figuran también los seglares don Juan Bernal Suárez, Mayordomo de la Casa Ducal, Pedro González Perejón, teniente de gobernador, José Delgado, don Benito García Maldonado, Diego Muñoz de la Fuente, don Nicolás de Esquivel, Cristóbal Román, Juan Román de la Fuente, Juan García Román y Francisco Díaz de la Fuente, todos vecinos de esta villa.
Pocos días después de haber obtenido esta licencia, el once de marzo de 1712, se reúnen para fundar la Hermandad y proceder a la elaboración de las mencionadas Reglas que constan de treinta y siete capítulos en los que se especifican las normas por las que ésta había de regirse en todo lo referente a su organización, cultos y funcionamiento interno.
En primer lugar, se ordena la fundación de una Capilla donde se colocarían las Imágenes Titulares, para pasar seguidamente a establecer el modo de recibir nuevos hermanos que habían de ser «… Cristianos Viejos, limpios de toda mala raza y de buena fama y costumbres…», estando obligados a pagar cierta cantidad de dinero por su admisión con la particularidad de que, en el caso de las hermanas, ésta resultaba ser algo más elevada que para los hermanos. Destaca asimismo el carácter concepcionista y mariano que la Hermandad presenta desde sus inicios estableciéndose como requisito final para ser admitido en ella jurar defender el Misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, todo ello con más de un siglo de antelación a la proclamación solemne del Dogma por el Papa Pío IX en 1854.
Con respecto a los cargos de gobierno de la Hermandad se establecía que además del oficio de Hermano Mayor que había de ser ocupado por «… uno de nuestros eclesiásticos perpetuamente…», formasen parte del mencionado gobierno dos Alcaldes, dos Diputados, dos Mayordomos y un Tesorero. La Regla encarecía por su parte a que se nombrasen para tales oficios «sujetos celosos e inteligentes para que no decaiga esta Hermandad».
Es de destacar asimismo la especial preocupación que la Hermandad sintió desde un principio por el deber cristiano de ejercitar la caridad para con el prójimo, figurando entre las obligaciones del cargo de Diputado la de cuidar de la asistencia a los hermanos y hermanas que estuviesen enfermos y ordenando que «… si fuesen pobres lo notificarán a nuestro Hermano Mayor para que les libre alguna limosna del caudal de nuestra Hermandad para su socorro y alivio, y si se agravaren en su enfermedad nombrarán cuatro de nuestras hermanas que los asistan y velen, y si durare más de una noche el enfermo, nombraren otras cuatro que le asistan, y así en las demás noches mientras que falleciere o mejorare».
Por otra parte, cada año debían celebrarse dos Cabildos Generales, uno de elecciones el día segundo de Pascua de Pentecostés y otro el Domingo de Pasión a fin de tratar de la organización de las Procesiones de la Hermandad y para que «… por nuestro Hermano Mayor sean amonestados todos los hermanos para que cumplan con su obligación de cristianos, confesando y comulgando, y a que perdonen a sus enemigos y se aparten de toda ocasión de culpa y ofensas de Dios, para que con mayor y más perfecta disposición puedan imitar a Nuestro Señor Jesús, contemplando los pasos de su Sacrosanta Pasión, que hemos de traer a la memoria en nuestras Procesiones, exhortando que, para conseguirlo, pidan el favor y auxilio de Nuestra Madre y Señora de la Soledad, y encargándoles el silencio y compostura exterior en las Procesiones, para que todo sea conforme a la imitación de nuestro soberano Maestro».
Las Reglas dedican un extenso capítulo a la forma que debía guardarse en las procesiones del Viernes Santo tal y como reproducimos a continuación:
«… en primer lugar la Manguilla acompañada de luces, y después le seguirá el Estandarte de tafetán negro y Cruz roja, a quien se seguirá el Título de la Santa Cruz y demás insignias de la Pasión, y después irá el Paso con la Imagen de Jesús Nazareno acompañándole doce cirios, e inmediatamente al Paso entraran los hermanos nuestros de Penitencia con sus túnicas moradas y una cruz al hombro, y después de los nazarenos se seguirá la imagen del Apóstol San Juan, y siguiéndose el acompañamiento de luces, y después la Cruz de la Parroquia, que para ello se convidará por nuestros hermanos los Mayordomos al señor Cura de la Insigne Iglesia Colegial, Sacristán y dos Acompañados, y asimismo se convidará a la música que al presente hubiere en dicha Iglesia pagando su estipendio del caudal de nuestra Hermandad…, y asimismo los derechos acostumbrados parroquiales y Fábrica; y finalizará esta nuestra primera procesión la Imagen de Nuestra Señora con un escudo en el pecho con siete cuchillos, en memoria de los Dolores que traspasaron su Divino Corazón, advirtiendo que se hayan de hacer dos humillaciones, una a la salida en la Plaza y otra a la entrada de nuestra Capilla. Y para dar principio a dicha nuestra Procesión y que nuestros hermanos sean exhortados a la devoción y contemplación será convidado por nuestros hermanos los Alcaldes el Padre Predicador de Cuaresma que se hallare en esta Villa, y si no pudiere otro cualquiera…, para que en nuestra Capilla nos predique el Sermón de Pasión una hora antes de salir la Procesión. Y dicho día por la tarde, después de tinieblas, nos predicará asimismo Sermón de Soledad… y al anochecer saldrá nuestra segunda procesión de la Soledad, llevando las mismas insignias que por la mañana, y a esta procesión han de asistir precisamente nuestras hermanas, cuyo lugar será inmediato a la manguilla hasta el Estandarte, llevando velas encendidas… y la hermana que no tuviere vela se le dará la cera que ha de estar prevenida…, y después se seguirá el Paso de la Cruz al cual acompañarán las hachas que pareciere conveniente a nuestra hermandad; e inmediatamente le seguirá el Simpecado y las luces que fuere posible llevar hasta el Paso de Nuestra Sra. de la Soledad, con las circunstancias del convite de la Parroquia y Música que en la primera Procesión…»