Hermandad de la Soledad de Olivares

El catorce de octubre de 1944, se reunieron en la Sala Capitular de la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor de las Nieves de esta villa, un grupo de feligreses presididos por el Sr. Cura Párroco D. José Maestro de Vías, con el fin de «reorganizar la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno y de Su Madre Santísima Nuestra Señora de la Soledad, para el mayor Culto de sus Sagradas Imágenes; Hermandad fundada en el año de mil setecientos doce y cuyas Reglas primitivas fueron estudiadas detenidamente, indicando el Señor Cura Párroco la conveniencia de que fueran adaptadas al Derecho Canónico vigente y demás disposiciones diocesanas sobre Hermandades».

Para llevar a feliz término los deseos de los reunidos, se procedió a nombrar una Comisión reorganizadora, integrada por los señores siguientes: Presidente, don Antonio Luís Pérez Cotán; Secretario, don Antonio Baquero Capilla; Tesorero, don Antonio Vargas Cedillo; Vocales, don Victoriano Marín Cotán, don Victoriano Marín González, don Daniel García Delgado y don Juan Vidal Suárez Rodríguez. Además de los ya citados, se encontraban también presentes en la reunión don José Fernández Gelo, don Manuel Reyes Cotán, don José Cotán Díez, don Julián Fraile Delgado, don José García Torres, don Juan Reyes Domínguez, don Leonardo González Delgado, don Bernardo González Marín, don José Navarro Pabón, don Antonio Navarro Pabón y don José Chaves Aradilla.

Tras este primer paso, se redactaron unas Reglas que fueron definitivamente aprobadas por la Autoridad Eclesiástica en Decreto del Ilmo. señor Vicario General del Arzobispado del día nueve de julio de 1946. La primera Junta de Gobierno tras la reorganización fue elegida en Cabildo General celebrado el día dos de febrero de 1947. Fue nombrado Hermano Mayor don Antonio Luís Pérez Cotán, y estaba integrada, además —entre otros ya citados—por don Luís Enrique García Rodríguez, don Bernardo Díaz Rodríguez, don Antonio Díaz Marín, don Juan Reyes Domínguez, don José Pérez Delgado, don Esteban Torres Rodríguez, don José González García y don Antonio Carrera Chaves. La Junta se irá renovando todos los años, afectando los años pares a una serie de cargos y los impares a otros.

Mención especial merecen en este período las camareras encargadas del cuidado y arreglo de Nuestras Sagradas Imágenes: doña Concepción Sotera Delgado Araujo, doña Rosario Marín Cotán, doña Isabel Cotán Pérez, doña Carlota Silva Gil-Bermejo, doña Eduarda Díaz García, doña Eduarda García, doña Tomasa García García, doña Dolores Baya Domínguez y doña Teresa Solís Hernández. Ellas se ocuparon no sólo de cuidar con todo esmero el ajuar de Nuestras Sagradas Imágenes, sino sobre todo de enriquecerlo con nuevas adquisiciones, organizando gran cantidad de rifas benéficas, pedidas, tómbolas, e incluso representaciones teatrales. No puede quedarse en el olvido esta importante actividad cultural en tiempos en los que este tipo de iniciativas tenían un eco popular enorme; los «teatros» de la Hermandad de Soledad, organizados con gran escasez de medios, pero con enorme participación y entusiasmo alcanzaron tanta celebridad que su «compañía» viajaba a otros pueblos para recaudar fondos para la Hermandad. Es obligatorio recordar aquí la meritoria labor de Doña Ana Fraile Reyes y de toda la «compañía» de actores noveles que contribuyeron desinteresadamente no sólo a la economía de la Hermandad, sino al desarrollo cultural de Olivares.

Sin embargo, no quedaba ahí la influencia cultural de la Hermandad. La celebración de los cultos de Regla llevaba consigo importantes actuaciones de capillas de cantores, bandas de música, tenores, etc. Además, se quemaban castillos de fuegos artificiales en las fiestas de septiembre, y los altares de culto eran montados por artistas de renombre, como el célebre «Pepe el de las Salesas», con la influencia que ello representa. Los cultos internos de la Hermandad alcanzaron una solemnidad y esplendor sin precedentes, con una repercusión enorme en la sociedad de aquel tiempo, y cuyo recuerdo aún permanece en muchos de nosotros.

Gran impulsor de estas actividades fue don Antonio Luís Pérez Cotán, Presidente de la Comisión Reorganizadora en 1944 y Hermano Mayor de la Hermandad hasta 1959.

Durante sus quince años de mandato la corporación vivió momentos de gran esplendor en todos los órdenes, asistido y asesorado muy de cerca por el gran Secretario 1° que fue don Antonio Baquero Capilla. De 1959 a 1963 ejerció el cargo de Hermano Mayor don José Pallares Pallares, continuando la misma línea trazada por su antecesor. Tras la interinidad de don Antonio Díaz Marín, fue elegido para el cargo don Jorge Delgado García, en 1963. No podemos olvidar a quienes con su esfuerzo anónimo y desinteresado contribuyeron a levantar la Hermandad hasta los límites descritos. Son nombres que por razones de espacio no podemos citar uno a uno, pero que no por ello su esfuerzo fue menos importante ni ha quedado relegado, sino que forman parte como los demás del patrimonio inmaterial de la Hermandad.