Hermandad de la Soledad de Olivares

En el libro de actas de la Hermandad de 1712 a 1753, recogido por Don Antonio González Polvillo en su interesante libro Orígenes de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad de la villa condal de Olivares, publicado en 2012, aparece el encargo por parte de la Hermandad en 1729 de un paso para la Stma. Virgen a Don José Fernando de Medinilla, maestro escultor de Sevilla, que se componía de palio con caídas de tafetán negro con forro de holandilla, crestería forrada de terciopelo negro y flecos negros y diez varales con remates de bronce dorado al fuego. En el paso figuraban además siete angelotes con atributos de la pasión, obra, probablemente, del mismo autor. El paso tenía cuatro brazos forrados en negro para ser portado a hombros por sus Hermanos. No se conserva nada de este primer paso ni de los que le siguieran. Tampoco tenemos constancia gráfica del paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores antes de la reorganización de los años cuarenta, cuando se concibió un nuevo paso. Era este de reducidas proporciones –como las del anterior, posiblemente-, pues la Virgen estaba presente en el altar mayor de la parroquia durante el Sermón del Descendimiento en la tarde del Viernes Santo y debía pasar por los arcos del Sagrario, que comunican con el trascoro. Para este paso ejecutó el bordador Guillermo Carrasquilla un palio con caídas bordadas en oro sobre terciopelo negro, utilizando para el techo los bordados del manto de camarín que la bordadora Patrocinio López había bordado en 1859. Los varales y la orfebrería eran de escaso valor artístico, y el conjunto resultaba poco adecuado para la imagen de la Virgen.

En la década de los años 60 del siglo XX, la Hermandad decide acometer el proyecto de un nuevo paso de palio de mayores proporciones, bajo la dirección artística de D. Millán Delgado, quien encargó a Cayetano González el diseño de los nuevos varales, labrados por José Jiménez Jiménez. Este mismo orfebre realizó los faroles de entrevarales, las jarras, la candelería y la corona de la Virgen, de estilo dieciochesco antequerano, estrenada en 1995. Actualmente luce la llamada «corona del Centenario», similar a la anterior y realizada con las aportaciones de sus innumerables devotos en 2012 por Orfebrería Triana.  En cuanto a los bordados, el palio ha sido confeccionado en los talleres de Caro: el techo, bordado en oro sobre terciopelo negro fue diseñado y bordado por José Manuel Elena en 1986; las bambalinas o caídas fueron bordadas sobre terciopelo burdeos entre 2010 y 2012, según diseño de Luis Becerra Vázquez, inspirado en los motivos ornamentales del retablo de la Stma. Virgen y en el rico ajuar litúrgico de la Colegial. Estas caídas han sustituido a las que bordó G. Carrasquilla en 1947, pasadas a nuevo terciopelo y enriquecidas por Caro en 1980, y que ahora posee la Hermandad de la Oración en el Huerto de Dos Hermanas. En 1993 se estrenó el nuevo manto procesional, bordado también en el taller de Caro, siguiendo las trazas del anterior, de principios del siglo XX. Con las piezas del antiguo manto, se confeccionaron la saya de salida y un manto morado para el septenario en 1994.

Los respiraderos, estrenados en 2007, son obra de Orfebrería Triana y del taller de bordados de Sobrinos de Esperanza Elena caro, siguiendo un diseño original de don Luis Becerra Vázquez. La pieza se compone de trece paños bordados sobre terciopelo y malla de oro. La parte inferior de cada paño se monta sobre malla de bolillo, de cierre denominado “punto de la Virgen”, y la parte superior sobre terciopelo granate. La malla está enmarcada en la parte inferior por roscos a modo de galón con filo de cartulina y en la parte superior por dos “quimeras” o cabezas de león, piezas tejidas de muestra con filo de hojilla, rematados con pieza escamada y recogido todo el conjunto con lazos de milané azul. En el centro de cada paño se sitúa una cartela, siete de las cuales están bordadas en seda, representando los Siete Dolores de la Virgen, y los seis restantes entonan la primera estrofa del “Stabat mater”: “Stabat mater dolorosa iuxta crucem lacrimosa”. Todo el conjunto se monta sobre un baquetón de plata repujada del que parten las ménsulas o colgantes que enmarcan los paños bordados y sirven de base arquitectónica a los varales. Sobre las dos delanteras van dos faroles en plata repujada, de forme piramidal, estrenados en 2008. [Ampliar información]

En esta obra destacamos las escenas en miniatura bordadas en seda de las cartelas centrales y los lazos bordados en milané a un solo cabo en diversas tonalidades de color azul celeste. Las cabezas de los leones o “quimeras” son un resumen de formas interpretativas del bordado: cabezas de cordón a un cabo, cartulinas montadas con distintos materiales y listadas y pelo de lentejuela escamada. La parte superior de la cabeza y el cuerpo, se montan sobre “paredillas” de torzal.